Eso de comprar libros me hace muy feliz. Y el libro que compré hoy me causa mucha ilusión porque lo voy a regalar, lo voy a mandar por paquetería y estoy casi segura de que será una gran sorpresa. Ya me urge mandarlo tanto como saber si la persona que lo va a recibir sonreirá al ver el paquete.
Hace rato mientras decidía que libro comprar, pensé que debo aprovechar este momento. Y así lo estoy haciendo. No importa si el momento dura unos instantes o toda una vida. No importa si no era lo que esperaba porque aún así me sorprende. No importa si es dulce o amargo. No importa nada en realidad. Y así, con esos pensamientos salí de la librería, caminando por La Condesa, como si nada más existiera, más que mis pensamientos, mis recuerdos y mi canción de fondo (una muy cursi por cierto).
Pero la vida tiene unas maneras muy raras de conducirse y fue entonces cuando aquello que me hacía dudar volvió a cruzarse en mi camino. Por un momento dudé aunque decidí que no importa, que cada cosa tomará su lugar a su tiempo. Mientras ya quiero llegar a mi casa para escribir esa carta, envolver ese libro y mañana a primera hora enviarlo hasta su destino.
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