Fue un largo fin de semana. Ese esguince cervical no me dejo de otra más que guardar reposo, pero me hacía falta. Cuatro días de descanso en los que apenas y vi la luz del sol pero donde hubo de todo.
El viernes empezó siendo un gran día pero casi termino cortándome las venas. Eso si, ya pensándolo con mas calmita, me di cuenta de que no es el fin del mundo, de que no debo de dudar nunca de mí, de que todo tiene su momento y de que claro que puedo cambiar mi destino.
Llamadas de todos lados y de todas partes. Un pasado que busca permanecer en el presente, tan sólo para confirmar que día con día los sentimientos cambian. Otro pasado al que sí deberíamos de darle un lugar en el presente. Y un presente que nos hace sonreír. Al final, sólo tenemos que seguir fluyendo.
Días con la familia que nomas te recuerdan lo afortunada que eres de tenerlos, con sus defectos y virtudes, pero que al final, son tu familia, y no esta más decir que los amas.
Ideas que vienen y van. Algunas se concretaran y otras sólo se quedarán en al aire. Al menos sé que lo estoy intentando, y eso me hace muy muy feliz.
Y entonces te das cuenta de que los daños, son sólo daños, y que sin duda tienes todo para ser feliz.
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