Pues otra vez abandoné el blog. Se me cruzaron las fiestas navideñas y de año nuevo así como un viaje inesperado pero acá estamos otra vez.
Un día antes de Nochebuena viajamos a Sydney para acompañar a un amigo que tuvo un accidente y estaba en el hospital. Fue una forma peculiar de celebrar 24 y 25 de diciembre. Si hubiéramos estado en México todo hubiera sido un ritual de estar rodeados de familia, comida y regalos. ¿Qué si extrañé esa formalidad que la familia le da a las fiestas? No pero extrañe a cada uno de los miembros de mi familia.
Fueron unas fiestas entre aviones, hospital, comida rápida y amigos. Sucesos inesperados que sólo ayudan a darte cuenta de que los amigos se convierten en familia y apoyo estando tan lejos de tu familia. No sé si hicimos la diferencia al ir a Sydney pero al menos estar ahí me ayudo a darme cuenta de muchas cosas…
1. Que vivo en Melbourne, que me encanta la ciudad y que me encanta mi casa.
2. Que los grandes amigos siempre serán grandes amigos no importa la distancia o el tiempo.
3. Que la Navidad y el Año Nuevo son momentos de reflexión. No importa si hay regalos y crackers, si hay cenas formales o sándwiches en el parque. Es cuestión de hacer un alto en estos días y comenzar de nuevo.
4. Que no hay día que extrañe a mi familia y mi país, porque gracias a ellos soy lo que soy.
5. Que lo interesante de un lugar no son sus sitios turísticos o de interés sino su gente.
Y así después de 10 días lejos de casa regresamos a Melbourne cansados, contentos y tristes. Tristes de dejar a los amigos y contentos de tanto añorar nuestro lugar. Que han sido días de volver a encontrar nuestro lugar y camino pero que sin duda cada día es más fácil… Y como dicen en el pueblo: so far so good, so no worries mate!
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