Hoy recordé que mi blog solía ser mi mejor amigo. Le contaba todos mis sueños, alegrías, tristezas, enojos, felicidades y demás; secretos que incluso no llegué a contar. Pero tiene mucho rato que deje de escribir o al menos tan seguido como solía hacerlo y eso hoy no me gusta.
¿Los motivos? Sólo se me ocurren 3 y son un tanto malos que mejor los omitimos. El punto es que no quiero dejar de escribir porque es una gran terapia. De vez en vez leo lo que escribí hace tiempo y puedo ver como he cambiado, como he seguido mis sueños, como algunos otros los he olvidado; y aunque leer todo esto es una sensación agridulce me gusta tener por escrito pedazos importantes de mi vida porque eso si, todo lo que he escrito aquí ha sido parte fundamental de mi.
Así que entonces hoy me haré el firme propósito de seguir escribiendo lo más que pueda. Que quiero seguir con este espacio que muchas veces ha sido mi único desahogo y confidente. Que me gusta escribir y no sólo es una gran ejercicio sino terapia. Que hoy soy feliz y quiero compartirlo aquí.
Y para terminar...
No ha sido fácil recorrer el camino pero al final ha valido la pena y la vida me lo demuestra día con día (y recuerdo ese gran arcoiris que vi hace justo una semana junto con mi mamá, cuando veníamos entrando a la colonia).
Que creo en el destino, firmemente.
Que estoy enamorada, ni dudarlo.
Que tengo lo que necesito, indiscutiblemente.
Que me gusta mi vida, infinitamente.
Y por todo esto aquí seguimos.
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