Hoy me di cuenta de que me preocupo muy fácilmente. Y mientras tomaba el tren de regreso a casa, molesta conmigo misma por preocuparme por los impuestos que me iban a cobrar por enviar un paquete a Mexico o por sentir que no voy a estar lo suficientemente abrigada en el invierno, escuché sobre el devastador terremoto que acababa de sacudir Nueva Zelanda.
No tengo que decir que mis preocupaciones pasaron a segundo plano. Las imagenes, los relatos y noticias son tan impactantes que recordé que nada es tan preocupante como disfrutar el hoy.
De pronto me volví consciente de lo rápido que cambia la vida. Los giros a los que te somete, a veces planeados a veces espontaneos.
Entonces pienso en todos los giros que hemos dado desde que pensamos en venir a Australia que me siento marear. Son todas esas cosas que dejamos, que encontramos, que perdimos, que ganamos, que alcanzamos para poder estar aquí. Que aunque haya cambios planeados hay otros que llegaron de sorpresa sin tiempo a parpadear, a pensar o siquiera de respirar. Pero que estamos aqui, bien, disfrutando. Que no hay mas que el mismo momento en el que escribo esto. Lo demas no existe. Todo es tan sólo un suspiro. Todo es tan efímero.
Así que, como adicta a las preocupaciones que soy, empazaré a disfrutar el día sin preocupaciones sólo por hoy. Porque hoy es hoy, mañana quiza.